Las personas LGTBI con diversidad funcional viven una realidad cargada de barreras que rara vez se ven, pero que se sienten en cada gesto, en cada mirada que baja, en cada palabra que no llega. Muchas veces, el entorno las reduce a una sola condición, y olvida todo lo demás que compone su identidad. Porque cuidar bien no es solo saber poner una medicación o asistir en una ducha: es también respetar, reconocer y acompañar desde la dignidad.
Infantilización de las personas con diversidad funcional
Durante demasiado tiempo, la sociedad ha tendido a infantilizar a las personas con diversidad funcional, como hubieran renunciado también a su intimidad, a su deseo, a su capacidad de amar o de ser amadas. Cuando además forman parte del colectivo LGTBI, ese silencio se multiplica. No se trata solo de falta de referentes, sino de una ausencia casi total de espacios seguros donde expresarse. Por lo tanto, hablar de personas LGTBI con discapacidad es abrir una conversación urgente que, hasta ahora, ha sido postergada.
Ámbito personal
El ámbito de los afectos sigue siendo uno de los más vulnerables. Se sigue pensando que estas personas no sienten igual, que no desean igual o que no tienen derecho a vincularse. El deseo no desaparece por usar una silla de ruedas ni la identidad se difumina por tener un diagnóstico. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, se sigue priorizando la protección sobre la libertad, y eso anula posibilidades, apaga deseos y encierra vidas.
Ámbito laboral
Lo mismo ocurre en el ámbito laboral, donde el acceso al empleo es un campo minado de prejuicios. Las estadísticas lo confirman: la tasa de ocupación entre personas con discapacidad es muy baja, y si además forman parte del colectivo LGTBI, la discriminación se vuelve doble, a veces triple. Hay quien llega a una entrevista midiendo cada gesto, ocultando quién es, temiendo la reacción del entorno. Mientras unas personas pueden hablar con naturalidad de su pareja, otras tienen que esconder su vida para proteger su futuro laboral. Así, el espacio de trabajo se convierte en una trinchera.
Profesionales que escuchan sin juzgar
El cuidado en el hogar tampoco está exento de esos silencios. ¿Qué pasa cuando una persona usuaria quiere hablar de su identidad de género? ¿O de sus vínculos afectivos? ¿O de su necesidad de intimidad? Lo urgente es que quienes acompañan aprendan a escuchar sin juzgar, a no suponer, a no llenar con ideas propias lo que solo puede definirse desde dentro. En la ayuda a domicilio, cada historia personal debería tener lugar para contarse sin miedo. Y cada profesional, el compromiso de acoger esa historia sin pretender corregirla.
Además, no podemos olvidar el papel que juega la imagen social y los estereotipos estéticos. Muchas personas con discapacidad denuncian que en espacios de socialización o plataformas de citas se encuentran con rechazo explícito o indiferencia solo por no encajar en un ideal de cuerpo normativo. Esto también es violencia, también duele, también margina. Porque si ya es difícil encontrar referentes, más aún es sentirse deseable, legítime, suficiente. Y eso atraviesa lo íntimo, lo emocional, lo psicológico.
Cambios que se construyen desde lo cotidiano
Frente a este escenario, el cambio real no llega solo desde la legislación. Se construye desde lo cotidiano: en cómo se forma al personal cuidador, en cómo se conversa con una persona usuaria, en cómo se entienden sus decisiones, en cómo se le da voz. Incluir no es permitir estar, es garantizar que cada quien pueda ser quien es, sin miedo, sin filtros, sin tener que pedir permiso.
En Asistenzia, entendemos que el cuidado no es neutro. Acompañar significa también reconocer. Por eso apostamos por una atención integral, que tenga en cuenta no solo la situación de dependencia, sino todo lo que hace única a cada persona: su historia, sus deseos, su orientación, su identidad. Personas LGTBI con discapacidad merecen un trato justo, empático y libre de prejuicios. El compromiso real se nota cuando cada gesto del día a día se ajusta a esa mirada de respeto profundo.
Si has llegado hasta aquí, quizá te estés preguntando cómo mejorar el acompañamiento a personas diversas. Entra en nuestra web y descubre cómo trabajamos desde la cercanía, la profesionalidad y el compromiso ético. Porque cuidar también es visibilizar, y en cada cuidado se puede abrir una puerta hacia la igualdad real.
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